El
verdadero problema de Qali Warma
Quiero dejar en claro
que la presente no es una crítica a ningún gobierno en particular, sino más
bien es una opinión que refleja mi percepción, que puede ser compartida por
muchos, sobre lo que está sucediendo actualmente en torno al programa Qali
Warma.
A raíz de lo
acontecido en abril del presente año, donde 69 estudiantes de la Institución
Educativa N°38402, ubicada en el departamento de Ayacucho, se intoxicaron por
consumir manjar blanco de Qali Warma, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión
Social se encuentra nuevamente en la mira del ojo público.
Este hecho sería uno
más de las denuncias que recibe dicho programa por su mala gestión, siendo dos
de las más recordadas la intoxicación de más de 100 escolares del departamento
de Huancayo en el 2013 y la intoxicación de 42 niños del departamento de
Cajamarca por ingerir leche comprada por el Proona en el 2011.
Cabe mencionar que el
Proona, Programa Nacional de Asistencia Alimentaria, fue creado con la
finalidad de combatir el hambre en las zonas más pobres del país, sin embargo
esta fue destituida por Qali Warma, un programa mejorado que “supuestamente”
mantiene la misma finalidad.
Con este cambio
debería felicitarse al Estado peruano por haber reemplazado un programa
ineficaz por uno eficaz, sin embargo esto no hace más que ratificar la
ineficiencia, falta de profesionalismo y compromiso del Estado hacia el pueblo
peruano.
Resulta ilógico
pensar que un programa dirigido a brindar el servicio de alimentación a niños y
niñas de 6 meses a 3 años, en lugar de mejorar y aumentar la nutrición
infantil, genere altas tasas de desnutrición y muerte de algunos de sus
usuarios.
“Confianza” es lo
último que puede recibir el Estado por parte de la población y no podemos negar
que esto se lo ha ido ganando de a poco.
Solo basta ver las acciones que se han tomado para solucionar estos problemas.
Por un lado tenemos
la declaración de la Ministra del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, en
ese entonces Mónica Rubio, quien indicó que se haría una ardua investigación y
exanimación a las plantas de los proveedores de Qali Warma. “Jalón de orejas al
ministerio” por inspeccionar a última hora a estos proveedores.
¿Cómo puede el Estado
emprender un proyecto de tal magnitud sin antes haber analizado todas las
aristas de la misma? Es ilógico emprender un plan estratégico sin antes
investigar, analizar y evaluar permanentemente las condiciones en las que se
encuentra trabajando cada uno de sus proveedores.
Eso es negligencia.
Lo que falta es un ente regulador que constantemente evalúe el trabajo de cada
una de las plantas proveedoras de alimentos y no esperar a última hora noticias
sobre la muerte o intoxicación de niños para recién tomar cartas en el asunto.
Si bien es cierto,
los alimentos en mal estado o ya vencidos provienen de los proveedores. Nadie
está en contra de que éstos reciban el castigo correspondiente. Sin embargo, la
responsabilidad de la intoxicación de los 100 niños en Huancayo no solo recae
en los proveedores, sino también en el Estado.
La culpa y falta de responsabilidad
e ineficiencia es por parte de ellos. Quienes deben asumir la responsabilidad
no solo son los proveedores, en primera instancia debe de hacerlo el Ministerio
de Desarrollo e inclusión Social. Si alguien comete un error, debe aceptarlo y
asumirlo con compromiso.
El pueblo queda
indignado ante tales sucesos. Ya no se confía en las promesas. Lo que se pide
son acciones. Acciones coherentes, tomadas con responsabilidad y compromiso.
El fracaso de este
programa revela nuevamente la ineficiencia del Estado peruano como proveedor de
servicios.
Se sabe que la
malnutrición infantil es un problema severo que sigue impregnado en nuestra
realidad y sabemos también que el Estado a tratado de brindar una solución a
esta grave situación.
Nadie niega su intención
de ayudar a estas personas, no obstante, los resultados de estos programas
-tanto el Pronna antes como hoy lo es Qali Warma- han terminado no sólo
funcionando mal, sino con niños intoxicados y otros muertos por la mala calidad
de los alimentos que reciben.
Como mencioné antes,
nadie duda que la intención que tienen los gobiernos por buscar y promover este
tipo de programas hayan sido buenas. Sin embargo, para mejorar los problemas no
basta con tener buenas intenciones.
Se debería preguntar al Estado si ha
pensado en la verdadera logística que requieren programas de este tipo. No está
mal soñar de vez en cuando pero también es importante ser realistas.
Este tema de por sí es muy delicado de
tratar, sin embargo lo difícil es aceptar que la realidad de nuestro país no es
ni de cerca simple ni homogénea.
Programas como Qali Warma pueden verse
muy bien en el papel, llenos de buenas intenciones pero al no considerar la
verdadera complejidad logística que este tipo de iniciativas implica, se
termina generando un gran daño.
Para evitar que sucesos como el Pronna
y Qali Warma demuestren la ineficiencia del gobierno, éste debería proponer
otras soluciones menos ambiciosas pero más directas y concretas frente a este y
otros problemas.
Mariel Montalvo.
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