La falta de vergüenza se ha convertido en hábito dentro del congreso
Padre de la Patria es un
término usado para rendir el mayor homenaje posible a una figura histórica, considerándolo como "padre", cuya biografía se convierte en fuente de
inspiración patriótica o de la
nación, al grado de identificarlo con ella.
Sin embargo, nuestros
“Padres de la Patria”, término con el cual suelen denominar a los congresistas
del Estado peruano, distan mucho de la definición mencionada en el párrafo
anterior.
Hoy todo lo que sucede
en el Congreso de la nación ya no sorprende a nadie. La gente ya se acostumbró
a leer en los periódicos titulares como: “Congresista come pollo” o “Congresista
lava pies”.
Esto no hace más que
ratificar que el Congreso sea considerado un “circo de payasos”, término que se
lo ha ganado de a poco aunque ellos
mismos lo nieguen.
El caso del congresista Michael Urtecho
Medina es una prueba más de que en el Congreso es todo posible. El 10 de
diciembre del 2013, se comprobó que el legislador cometió una larga lista de
delitos como el quedarse con el sueldo de los trabajadores de su despacho,
encargarle labores domésticas al personal del Congreso, apropiarse de una
donación de 621 sillas de ruedas para discapacitados y emplear comprobantes de
pago aparentemente falsos para que se le reembolse gastos por más de S/.
243.000.
Sucesos como este, son los que sobran en
el Congreso. Recordemos por ejemplo, como a pocas semanas de que el actual
gobierno del presidente Ollanta Humala Tasso asumiese el poder, se descubrió
que el congresista Chehade habría usado su posición para influir en la policía
en beneficio de un particular.
Luego saldrían a la luz pública los
casos de Celia Anicama, recordada aún como la congresista “roba cable”, quien
pirateaba señales de cable para revenderlas.
Así también encontramos a Eulogio
Romero, el congresista “comeoro”, quien tendría vínculos con la minería ilegal.
Poco después se descubriría que los congresistas Federico Pariona, Wilder Ruiz,
Alejandro Yovera y Emiliano Apaza habrían mentido en sus hojas de vida.
También se harían públicos los casos de
Néstor Valqui, quien fue vinculado con el proxenetismo, y de Walter Acha, quien
fue acusado por su jefa de prensa de haberla violado.
Y así la lista continúa. Por supuesto,
este tipo de escándalo no es único en este gobierno, pues, sucesos como estos
sucedieron anteriormente, siendo algunos de los más recordados el caso de los
congresistas “mata perro”, “roba luz”, “come pollo”, “lava pies” , “plancha camisas”
y el caso de la ex congresista Nancy Obregón, acusada de tener vínculos con el
narcotráfico y el terrorismo.
Con todo lo mencionado, lo que se busca
y se espera es que el Estado peruano encuentre salidas que permitan “limpiar”
el Congreso. Una de ellas sería realizar un cambio en la forma en que elegimos
a nuestros congresistas, con la finalidad de que los electores tengan más
información sobre los candidatos por los que votan y sobre el desempeño que
tienen éstos, una vez asumida su labor.
Esto nos hace retroceder a las últimas
elecciones donde los limeños eligieron a 35 congresistas de un total de 468
candidatos. Uno se puede poner a pensar en que con tantos candidatos, es muy
difícil que los ciudadanos tengan la posibilidad de estar realmente informados
sobre la trayectoria de la mayoría de los postulantes al Congreso del Perú.
Se tiene que realizar un cambio en la
forma de elección de los congresistas que permita la presencia de menos
postulantes, estableciendo una serie de requisitos que se deba de cumplir de
manera tajante.
De este modo, sería más fácil para los
votantes detectar durante el periodo de elecciones a los “roba cables”,
“mataperros” o “come pollo”.
Visto de otro ángulo, los candidatos
serían los principales interesados en investigar y denunciar cualquier conducta
extraña de sus competidores.
Lo que se pide son acciones tomadas con
responsabilidad teniendo en cuenta que para desterrar a casos como los de “roba
luz” y “plancha camisa” de nuestro Congreso, se tiene que apostar por un
sistema que haga saber a los políticos que sus electores y competidores los
están viendo detenidamente con una lupa.
Mariel Montalvo.
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